Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Wednesday, September 30, 2009

Lapsus linguae del vicepresidente colombiano


Lo que sigue es un fragmento de la entrevista al vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, publicada en el diario español El País el 1 de octubre de este año. El hecho de que, en su respuesta, las palabras "luchar contra" aparezcan entre paréntesis indican que Santos las omitió al contestar la pregunta y que la periodista Yuma Gómez-Cornejo piadosamente las incluyó, interpretando sus intenciones, para evitar que apareciera diciendo que las fuerzas de seguridad colombianas -¡líbreme Dios!- se dedican a la extorsión...


P. Sin embargo, recientes operaciones policiales han puesto de manifiesto las actividades de las bandas formadas por antiguos paramilitares, que practican extorsiones y secuestros.

R. El problema de los secuestros continúa disminuyendo. En cuanto a las extorsiones, cada vez somos más eficientes, porque hemos montado una institucionalidad tan grande para combatir los secuestros, unos grupos operativos y de inteligencia tan grandes, que muchos de ellos están prácticamente dedicados ahora a [luchar contra] la extorsión.

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Monday, September 21, 2009

La lucha (nada subterránea) por el control del pré-sal




Leo en la Folha de Sao Paulo una noticia que me deja helado: tres diputados de oposición presentaron separadamente enmiendas a los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo, y que dicen relación con cómo se explotarán las riquezas petroleras encontradas en la capa geológica del pré-sal, con redacción idéntica y atendiendo a los intereses de las grandes empresas privadas del sector.

El “clonaje” de las ideas allí expresadas es lo que más llama la atención en las propuestas presentadas por los parlamentarios José Carlos Aleluia (DEM, heredero político de la dictadura militar de 1964 a 1985); Eduardo Sciarra, también del DEM o Partido Demócrata, y Eduardo Gomes, del PSDB (Partido Social Demócrata), que tiene entre sus filas a José Serra, actual gobernador de San Pablo y el candidato con mayor intención de voto –de 28 a 39,5% de las preferencias, según diversas encuestas- para las elecciones presidenciales de octubre de 2010.

El Instituto Brasileño del Petróleo, Gas y Biocombustibles (IBP), que reúne a las principales empresas del área petrolera, confirmó, por su parte, que mantuvo contactos con los liderazgos de al menos ocho partidos en Brasilia para interesarlos en sus opiniones. Pero negó la autoría de las enmiendas “clonadas”, aun cuando admitió que el tenor de las mismas coincide con sus apreciaciones.

El IBP es presidido por Joao Carlos Franca de Lula, de la empresa española Repsol, una de las multinacionales más importantes del ramo. Quien reconoció que había partidos dispuestos a acatar integralmente sus puntos de vista, mientras otros “los estaban analizando”.

La enmienda clave que los tres diputados suscribieron, pasando por alto el detalle de presentar el mismo párrafo como si hubiera nacido de su creatividad, sostiene textualmente: “La previsión legal de un monopolio o reserva de mercado para Petrobras (empresa cuyo principal accionista es el Estado) no se justifica en hipótesis alguna”.

“Un asesor perezoso”

Eduardo Gomes admitió que la enmienda fue entregada a él por representantes del sector. “Tengo contacto con todas las asociaciones, todas, el IBP, Sindicom (distribuidoras de combustibles y lubricantes). No tengo vergüenza en relación a ese tipo de auxilio”, sostuvo, arguyendo, asimismo, que los textos idénticos pueden haber sido fruto de un “asesor perezoso”.

Por otra parte, y poniéndose el parche antes de la herida, subrayó que no tiene donaciones de campaña de esas empresas. Aunque sí las tuvo, dijo, del sector eléctrico, sobre el cual ha legislado en aspectos que tienen que ver con su regulación.

Lo malo es que sus colegas no pueden decir lo mismo. Folha investigó el tema y descubrió que el grupo de empresas directamente afectadas por los cuatro proyectos de ley que definen las reglas para la exploración del pré-sal, donaron un total de 28,5 millones de reales (14 millones de dólares) a los candidatos a congresistas, en las elecciones del 2006. Y que el 30 por ciento de los actuales senadores –incluyendo a varios del PT, el partido oficialista de Lula, que es un fiero defensor de Petrobras- recibieron financiamiento del sector.

La pregunta que surge, entonces, es la siguiente: ¿Legisla el pueblo a través de sus representantes o legislan las empresas a través de parlamentarios que, de alguna manera, permanecen cautivos y rehenes de su influencia, en la medida en que llegaron a sus cargos con apoyos económicos que podrían hacer suponer la exigencia de contraprestaciones una vez elegidos?

En los estados liberales modernos se ha reconocido la necesidad de regular jurídicamente el lobby –vale decir, la actividad de cabildeo que realizan algunas empresas de “comunicaciones” a favor de intereses privados específicos-. Y ésta no es de antemano una actividad reprochable o poco ética, si se lleva a cabo en forma transparente y pública.

Lobby sin intermediarios

Pero, ¿qué pasa cuando esa labor de interposición de buenos oficios no es efectuada ni siquiera por terceros sino por los mismos grupos de poder que ven sus intereses amenazados? ¿Y escapa a cualquier tipo de escrutinio, que no sea, como en este caso, el de una prensa atenta y vigilante? ¿Es eso legítimo? ¿Es válido que se permita una práctica que puede conducir, en definitiva, a la oligarquización de la política?

Sólo faltan, para completar el cuadro, un par de datos adicionales:

● Además del fin del monopolio de Petrobras en la operación de los nuevos campos de combustible fósil bajo el lecho del mar (de 140 mil kilómetros cuadrados de extensión), los privados defienden, entre otros puntos, la reducción del poder de Petrosal (la estatal que gerenciaría el nuevo modelo) en los comités de exploración y el fin de la exigencia de que Petrobras tenga un mínimo de 30% de participación en todos los nuevos pozos.

● De las 742 enmiendas presentadas a los proyectos del gobierno sobre el particular, 318 se refieren a la propuesta que cambia el actual sistema de concesiones de los campos, establecido en 1997, durante el gobierno del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso, por el de reparto (“partilha”, en portugués), en la exploración del petróleo; sistema que, dicho sea de paso, le garantiza un buen pedazo de la torta a Petrobras.

● Los analistas estiman que la oposición, encabezada por los “tucanos” del PSDB, liderados a su turno por Serra, pretende evitar un choque ideológico con el Presidente Lula, que significaría entregarle en bandeja un discurso nacionalista en las vísperas de un año electoral. Además de eso, el propio Serra, que es, según quienes lo conocen, un “fiscalista”, no está demasiado lejos del programa petrolero de Lula, el cual ha sostenido que el descubrimiento de las riquezas del pré-sal abre las puertas de una “segunda independencia” del Brasil, que le permitirá pagar su inmensa deuda social.

● Último, pero no menos importante: Así como las multinacionales se han organizado para hacer lobby en favor de su bolsillo, la Asociación de Ingenieros de Petrobras (Aepet), en alianza con los obreros de esta gigante petrolera, que entró hace tiempo en las grandes ligas del sector, también está pujando por decir lo suyo en la discusión que se avecina en el Parlamento. De hecho, presentaron una propuesta que lisa y llanamente propone retomar el monopolio estatal del petróleo. Tal como en el segundo gobierno de Getúlio Vargas (1951-1954), cuando se acuñó una frase que aún ahora golpea fuerte en el inconciente colectivo de los brasileños: “O petróleo é nosso”.

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Tuesday, September 08, 2009

¿Brasil apuesta a ser miembro del exclusivo club nuclear?


La reciente visita del Presidente de Francia Nicolás Sarkozy a Brasilia, donde tomó parte de las celebraciones por el día nacional de Brasil (7 de septiembre), fue coronada con el anuncio de una asociación estratégica entre ambos países que será sellada con la compra de submarinos y cazas galos por una cantidad importante de dinero.

Las cifras difundidas por la prensa indican que el plan de adquisición de cuatro submarinos Scorpene convencionales y el casco de un submarino a propulsión nuclear tendrá un costo inicial de alrededor de 8.500 millones de euros, equivalentes a 11.000 millones de dólares, aun cuando el diario español El País hace ascender esa suma a US$ 12.317 millones.

El año de Francia en Brasil no se podía celebrar de mejor modo. Eso justificaba con creces una segunda visita de Sarkozy al Planalto en un año, esta vez acompañado de ocho ministros.

No era para menos, si a la compra de los submarinos se le añade la noticia de que la Fuerza Aérea Brasileña adquirirá 36 cazas Rafale -desplazando a dos poderosos competidores, los F 18 estadounidenses y los Gripen suecos-, por un valor estimado de 4 mil millones de euros (US$ 5.160 millones), dependiendo del kit de armamentos que se les anexe, lo que hace subir el paquete global de la venta a 12.500 millones de euros (16.250 millones de dólares).

Las astronómicas cifras en danza se desglosan de muchas maneras.

El periodista Igor Gielow, de la Folha de Sao Paulo, publicó este detalle: cuatro sumergibles convencionales, a razón de 415 millones de euros cada uno, dan 1.660 millones de euros; integración de un reactor brasileño a un casco de submarino nuclear: dos mil millones más; desarrollo de una base y un astillero especial para construir las naves -en el puerto de Sepetiba, en Itaguaí (Río de Janeiro), según ha trascendido-, administrados por un joint venture entre la brasileña Odebrecht y la francesa DNCS: mil 800 millones adicionales; más mil millones de euros extras en una “incierta rúbrica” (la cita es de Gielow) de “transferencia tecnológica”.

El total arroja un guarismo de 6.400 millones de euros, a lo que hay que agregar 1.850 millones que corren por cuenta de la compra de 50 helicópteros de transporte EC-725, que serán distribuidos entre las tres ramas de las FFAA. Los helicópteros, cuya fecha de entrega está planeada entre 2010 y 2016, serán materializados por el consorcio formado entre la empresa brasileña Helibras y la Eurocopter, sucursal del grupo EADS.

Números que no cuadran

Para el analista Janio de Freitas, sin embargo, las cifras anteriormente citadas –en especial, las que se refieren al acuerdo por los submarinos – “no corresponden ni a un tercio del proyecto militar, cuyo costo en diez o 20 años fue citado, tan de prisa cuanto fue posible, en 20 mil millones, no se sabe si de reales, dólares o euros. Ni son verdaderas las cantidades de armamentos mencionados, de lo que es ejemplo la difusión de los divulgados 32 cazas, que serán, por lo bajo, más de 130”.

No conforme con esta resonante denuncia, publicada en la Folha del 6 de septiembre, De Freitas, que ha sido ácido crítico de la compra de submarinos franceses en desmedro de los alemanes que la Marina brasileña hoy posee, por encontrarlos caros y de utilidad aún no comprobada, sostiene que "los 20 mil millones anunciados van a ser, de hecho, más de 200 mil millones de dólares en el total de gasto (de defensa) pretendido para los próximos diez años”.

El comandante en jefe de la Marina, almirante Julio Soares de Moura Neto, rebatió, a su turno, estos argumentos, calificándolos de “conversa de vendedor”. Para el jefe naval, Chile e India están muy satisfechos con sus compras de Scorpene. Y el IKL-214, sumergible alemán vendido, por ejemplo, a Turquía, cuesta, a su juicio, lo mismo que el Scorpene: vale decir, alrededor de 430 millones de euros por unidad.

Dólares más o dólares menos, lo cierto es que la prensa brasileña ha destacado, por unanimidad, el gran salto adelante que representan estas compras en materia de armamento. Superan, por lejos, la compra de acorazados británicos a comienzos del siglo XX; la de naves estadounidenses, tras el fin de la Segunda Guerra e incluso, en términos de porcentaje del PIB, es mayor al acuerdo logrado en 1975 con Alemania para la transferencia de tecnología nuclear con fines pacíficos.

Políticamente, esto significa que el Brasil, potencia emergente, desea tener una presencia militar compatible con su condición de tal, como único BRIC occidental y cristiano, y sin armas nucleares.

El otro mensaje claro de esta alianza es que Brasil y Francia se unen, no necesariamente contra Estados Unidos, sino por un mayor equilibrio de fuerzas a nivel internacional. Y que en el plano regional, con Colombia y Perú acentuando su dependencia con relación a Washington, y con una Venezuela que arrastra a sus aliados vecinales, influenciados por el discurso “bolivariano”, hacia el vector Rusia-Irán, Brasil intenta escapar de opciones forzosas y apuesta contra el mundo unipolar.

Blindando la Amazonia azul

No sólo eso: a partir del descubrimiento de inmensos yacimientos petrolíferos, ubicados bajo la capa de la denominada pré-sal, surge el desafío de vigilar y preservar un territorio de más de 140 mil kilómetros cuadrados, que se extiende desde Espíritu Santo, en el norte, hasta Santa Catarina, en el sur. Una zona que, según recordó Lula, en su discurso a la nación del 6 de septiembre, tiene la misma extensión que el estado de Ceará.

Una verdadera joya de la Corona, que está enclavada en un mar jurisdiccional de 4,5 millones de kilómetros cuadrados, área a la que la Marina ha bautizado como la “Amazonia azul”. Trayendo a colación, por otra parte, de un modo nada velado, cómo los brasileños han sentido siempre amenazada su soberanía sobre la otra Amazonia: la verde, sobre la cual los ojos de tantas ONGs y potencias extranjeras se han posado con indisimulable apetito.

¿Para qué, dicen algunos, entonces, un submarino nuclear, cuando lo que se requiere es cantidad más que calidad, en lo que se refiere a plataformas operativas? La respuesta es sencilla: estas naves tienen mayor autonomía de desplazamiento. No necesitan salir a la superficie para recargar sus baterías y motores, sino que se autosustentan por períodos más prolongados de tiempo bajo la superficie y esto favorece su aparición por sorpresa en los lugares más inesperados.

Por otra parte, el proyecto de tener capacidad de planear, construir y operar tanto submarinos convencionales como nucleares, de aquí al 2021, transformaría a Brasil en el nuevo socio de un selecto club que sólo cuenta hoy con seis membresías conocidas: EEUU, Rusia, China, Francia, Gran Bretaña e India.

Armamento nuclear ya no es un tabú

Esto determina, además, que haya quienes proclamen abiertamente y con todas sus letras si no ha llegado ya la hora de ser una potencia nuclear en plenitud.

Así lo dice la revista Carta Capital en un reciente reportaje (2 de septiembre de 2009): “¿El Brasil puede aspirar a un mayor liderazgo en el mundo sin montar un arsenal militar moderno y temible, lo que incluye, al menos, dominar el proceso de fabricación de una bomba atómica?”

Es más: el profesor Eurico de Lima Figueiredo, presidente de la Asociación Brasileña de Defensa, afirma sin atenuantes lo siguiente en la misma revista: “Personalmente, creo que en cinco o diez años la sociedad tendrá que decir si quiere o no una bomba atómica, independiente de que seamos firmantes del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Es un paso natural de nuestra independencia nuclear. Y eso tendrá que ser debatido por civiles, dentro de las reglas democráticas”.

No es casual, por lo tanto, que los acuerdos de cooperación rubricados con Francia en los últimos tiempos tengan tres dimensiones: defensa, economía y temas referidos a energía nuclear. Por ello es que en estos convenios se inscribe, por ejemplo, la necesidad de retomar las obras de la planta de Angra 3 y la colaboración mutua para la prospección de uranio.

En los planes del gobierno de Brasil, enunciados en forma pública, se señala que existe la idea de construir hasta 25 nuevas usinas termonucleares en los próximos 24 años.

Esta postura es reafirmada por el diputado y dirigente histórico del PT, José Genuino, quien declara: “Nuestro interés es dominar la tecnología para fines pacíficos. Dominar ese ciclo de producción (el de uranio enriquecido), puede traer ganancias expresivas para nuestra industria”. Aclarando, desde luego, al mismo tiempo, que la política de defensa brasileña “es de disuasión y no de confrontación”.

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