Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Friday, June 26, 2009

Cómo nos manipulan los medios


El jueves 25 de junio leo en El Mercurio, como segundo titular de la edición en Internet, el siguiente encabezado: “Bachelet enfrenta crítica de congresistas de Estados Unidos por su viaje a Cuba”. El texto da cuenta de las actividades del miércoles de la jefa de Estado chilena en su viaje oficial a Washington, al tiempo que se ocupa de subrayar la “inquietud” que generó en la delegación chilena un encuentro sostenido el martes en la tarde por la Presidenta Michelle Bachelet con un grupo de congresistas estadounidenses.

En esa reunión, la Presidenta habría sido virtualmente emplazada por la representante del estado de Florida y líder del Partido Republicano en el Comité de Asuntos Exteriores, Ileana Ros-Lehtinen, “quien enrostró con dureza a Bachelet su reciente visita a Cuba, en la que no programó un encuentro con la disidencia cubana”.

"Le pedí a la Presidenta chilena que en vez de forjar lazos con el brutal régimen castrista, su gobierno debe enfocar sus esfuerzos en apoyar la pacífica oposición pro democrática en Cuba y fortalecer sus relaciones con aquellos, en el hemisferio, que continúan luchando por la libertad y los derechos humanos universales", señaló posteriormente Ros-Lehtinen. Siempre según el despacho del enviado especial del “Decano”, Francisco Torrealba.

"La decisión de la Presidenta Bachelet de no reunirse con el movimiento pacífico de disidentes la considero una afrenta a los 11 millones de cubanos que viven bajo un despiadado y opresivo régimen. Que estas acciones las tomara quien personalmente sufrió bajo una dictadura fue algo realmente doloroso", afirmó Ros-Lehtinen, la primera mujer de origen hispánico que llegó al Congreso de Estados Unidos.

Ante ello, Bachelet –“con rostro serio y tono calmo” –, al comentar el impasse con la legisladora que se permitió recomendarle de qué manera debía orientar la política exterior de Chile, se limitó a puntualizar, en forma discreta y elegante, que no podía comentar los diálogos privados con otros jefes de Estado.

Pero, ¿quién es la señora Ros-Lethinen y a qué sectores representa? El mismo diario nos ilustra, en una nota aparte, que bien puede ser pasada por alto por cualquier lector poco avisado, que esta congresista republicana se ha manifestado a favor del asesinato de Fidel Castro para liberar al pueblo cubano de su tiranía.

Cito a “El Mercurio”: “Apruebo la posibilidad de ver a alguien asesinar a Fidel Castro y a cualquier líder que esté oprimiendo a su pueblo". Ésas fueron las declaraciones que Ileana Ros-Lehtinen dio en 2006 a un equipo británico que grababa un documental sobre el Mandatario, y que, pese a una negativa inicial, terminó reconociendo como suyas”.

¿Cuál sería entonces la manipulación de la que hablamos en el título? Muy simple. Confundir las partes con el todo. Un viejo sofisma que es parte del ABC de la desinformación periodística. En la misma reunión donde estuvo Ros-Lehtinen, y un nutrido grupo de parlamentarios chilenos, se hallaban presentes también los demócratas Eliot Engel y Nidya Velázquez, quienes, que se sepa, no se solidarizaron ni se pronunciaron sobre los dichos de su colega cubano-estadounidense.

La “trampita” está, por cierto, en haber titulado el artículo “Bachelet enfrenta crítica de congresistas de Estados Unidos…”, cuando en realidad hace frente a las críticas de uno solo de ellos.

Para quienes estén interesados en conocer mayores detalles sobre el currículum de la congresista “indignada” con la Presidenta de Chile, recomiendo un breve “googleo”. Allí se enterarán, por ejemplo, que “juega un importante rol en el lobby cubano-americano, el cual actúa para poner presión sobre el gobierno cubano y alentar cambios políticos en la isla”.

Podrán saber, además, que es hija de Enrique Ros, un hombre de negocios cubano asentado en Florida. Y que en los años 80, consecuente con su política de luchar por la democracia por todos los medios y vías posibles, Ileana Ros-Lethinen cabildeó a favor de la liberación y el perdón judicial para el exiliado cubano Orlando Bosch.

Bosch es un viejo conocido para los chilenos. Estuvo implicado en el asesinato del ex canciller Orlando Letelier, en un atentado con explosivos en una calle de Washington. Aunque Ros-Lethinen no pedía que a Bosch se lo exculpara por eso, precisamente, sino por la acusación de haber estado envuelto en otro acto terrorista: el derribo de un avión de Cubana de Aviación, que significó la muerte de 73 personas.

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Friday, June 12, 2009

“State of Play” o la prensa contra la colusión de los señores de la guerra


Veo a poco de su estreno en Brasil la película “State of Play” (Intrigas de Estado, en la traducción al portugués; La Sombra del Poder o Los Secretos del Poder, según traducciones ad hoc para el mercado hispano).

La sinopsis es, en los papeles, relativamente simple: la ayudante de un senador estadounidense que investiga a las corporaciones que han tercerizado las labores de la seguridad nacional en EEUU muere en un misterioso accidente en el metro.

El apuesto legislador (Ben Affleck), al anunciar la noticia de su fallecimiento, no puede evitar que una lágrima ruede por su rostro y esto desata las especulaciones de la prensa más sensacionalista en torno a un presunto affaire del guapo senador y su asistente.

En este caso, los malpensados piensan bien: hubo romance, lo que significa que el hombre debe dejar de jugar, por consejo de su jefe, el rol de protagonista en la comisión senatorial que está a cargo de seguirle los pasos a las empresas del negocio de la seguridad.

Hasta ahí, todo bien. Pero sucede que un reportero veterano, interpretado por el australiano Russell Crowe, excedido de peso y desaliñado, decide empezar a atar cabos sueltos y relaciona el extraño deceso de un carterista y un repartidor de pizza con el de la chica al que los medios presentan como “suicidada” bajo las ruedas del tren subterráneo.

Ahí la cosa ya empieza a tomar cara de complot, debido a los millonarios intereses en juego desde que George Bush optó por privatizar a los ejércitos, haciendo que surgieran hidras de mil cabezas como Blackwater o Halliburton, que blanquearon a la tradicional institución de los mercenarios o soldados de fortuna.

El filme está basado en una exitosa miniserie de la televisión británica, del año 2003, y la actriz inglesa Helen Mirren personifica a la jefa de redacción del periódico de Washington que debe enfrentar el desafío de cubrir esta peligrosa historia.

Hay disparos a granel, una cadena de muertes para favorecer encubrimientos y todos los ingredientes de un thriller de aquellos, que te mantiene atado a la butaca durante el par de horas que dura la película.

Affleck es, al mismo tiempo, Obama y Kennedy, y está rodeado por la mafia del negociado de la guerra que infiltra su entorno íntimo para tenerlo bajo control, a través de un Jack Ruby de opereta. Pero quien en principio aparece como el “muchacho” de la película, tampoco es de los trigos muy limpios, como lo va a revelar luego el desenlace del argumento.

El obeso Crowe, un adicto a la comida chatarra y a la música irlandesa tradicional, fue compañero de cuarto del bueno de Ben cuando estaban en la Universidad, y buena parte de la cinta se la pasa tratando de protegerlo. Aunque pronto descubrimos que tiene también su agenda propia pues en sus años mozos anduvo tras los pasos de la cornificada esposa de Affleck.

No obstante, el gordito es persistente. Primero, le roba el caso a una joven e infatuada periodista que es la “estrella” de la edición online, y que lo maneja casi exclusivamente reducido a la esfera del chisme. Luego, tras propinarle este golpe al espíritu farandulero y oportunista que anima a sus noveles colegas, se entrelaza en una pulseada con la dura Helen Mirren, que debe ocuparse de la ruda tarea de hacer un diario que se venda en la era de la cuasi extinción de estos dinosaurios del paleolítico.

Pero la voluntad del periodista de la vieja escuela es más fuerte y supera todos los escollos. Él cree que el pueblo tiene derecho a conocer la verdad, y no por Internet, que por el momento es, en su opinión, poco fiable, sino por el viejo y querido soporte del papel. Así, tras enfrentarse a medio mundo, el Caballero de la Nada Triste Figura logra su propósito y ganan los buenos, pese a los millonarios intereses en juego.

Una fábula con final feliz que recuerda, en forma inevitable, a “Todos los hombres del Presidente”, con dos audaces hombres de prensa, Bernstein y Woodward, sacando a la luz pública los trapos sucios del Watergate, el escándalo que tumbó a Richard Nixon. Y que recuerda que el periodismo investigativo bien hecho sigue siendo una espina clavada en los montajes y las manipulaciones de los poderosos.

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