Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Monday, May 31, 2010

El ataque a la flotilla y la muerte de Rachel Corrie



Despierto y veo en la televisión la lamentable noticia de que Israel atacó, con infantes de marina fuertemente armados, una flotilla de activistas internacionales por la paz que pretendía llevar a Gaza ayuda humanitaria.

El número de muertos por la acción militar fluctúa entre 10 y 20, pero podría ascender en las próximas horas dado que hay un bloqueo informativo de parte del gobierno de Israel, y sólo se conocen unas confusas y dramáticas imágenes de los hechos divulgadas por la televisión turca.

Las embarcaciones de la llamada “Flotilla de la Libertad” navegaban bajo el pabellón de Turquía (uno de los tres países de mayoría de población musulmana que aún mantiene relaciones diplomáticas con el Estado judío), en aguas internacionales, cuando fueron abordadas.

Transcribo parte del cable de una agencia internacional de noticias, dando cuenta de los sucesos acaecidos en alta mar.

“La portavoz del Ejército israelí, la comandante Avital Leibowitz, aseguró que los tripulantes abrieron fuego, trataron de apuñalar y lanzaron piedras a los soldados, aunque no precisó en cuántos casos, ni si había armas en la embarcación”.

Evidente y notoria desproporción de medios es la primera conclusión que salta a la vista de cualquier observador relativamente imparcial. Pero, desgraciadamente, no es ninguna novedad cuando hemos visto antes, en las manifestaciones callejeras de la Intifada, a soldados respondiendo con fuego vivo las pedradas de niños palestinos.

Pienso, inevitablemente, en el caso de Rachel Corrie, una activista estadounidense pro paz cuya muerte quedó grabada a fuego en mi memoria. Corrie, de 23 años al momento de su muerte, fue aplastada por una retroexcavadora del Ejército israelí en Gaza, cuando participaba en una manifestación pacífica el 16 de marzo de 2003.

La familia de Corrie, citando relatos de testigos, sostiene que el conductor israelí de la pesada maquinaria necesariamente debió haberla visto antes de mover la pala de la aplanadora en su dirección.

La teniente coronel Avital Leibowitz, la misma vocera del Tsahal que ahora explica la acción israelí en el océano basada en una presunta resistencia al abordaje con puñales y palos, dijo a Reuters en una entrevista que "el equipo dentro de la excavadora no la vio ni escuchó", y que se utilizaron gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento para hacer que los manifestantes se alejaran.

Las estremecedoras imágenes de la muerte de Rachel Corrie pueden ubicarse fácilmente en Internet con la ayuda de Google. Sólo debo advertir de antemano que no son aptas para estómagos débiles.

En la flotilla asaltada en la madrugada del lunes viajaban, entre otros, voluntarios españoles, una Nobel de la Paz norirlandesa, un famoso escritor sueco -Henning Mankell-, varios parlamentarios europeos y una activista hebrea, octogenaria, sobreviviente de Auschwitz.

La presencia de esta anciana dama es lo único que, a mi juicio, contribuye a ahorrarle en este momento algo de vergüenza al Estado de Israel, que nació como un emprendimiento utópico –el de darle un hogar a los judíos que vivían errantes y eran objeto de persecuciones en muchos lugares del mundo- para transformarse en una nación que en muchas ocasiones parece no medir las consecuencias de sus actos.

La pregunta que me hago ahora es qué dirá al respecto Hillary Clinton, responsable de la política exterior de Estados Unidos, quien hace pocos días dijo que medidas como las de Brasil y Turquía, al favorecer un acuerdo pacífico en el conflicto que mantiene Teherán con Washington, por el tema nuclear, contribuían a hacer un mundo menos seguro.

¿Pensará acaso la señora Clinton que acciones como éstas, que ya han recibido el inmediato repudio de la ONU y que violan abiertamente la legalidad internacional, sí van en la dirección correcta y favorecen la mantención de la paz mundial? No creo que llegue a tanto, pues pienso que a todos –es decir, a tirios y troyanos- debe preocuparnos la prepotencia flagrante y el desprecio por la opinión pública con los que actúa el gobierno de Netanyahu.

Un gobierno que, no debemos olvidarlo, dispone de armas nucleares y no está sòlo en camino de tenerlas, como aparentemente estaría Irán. Y que, por otra parte (no es ocioso tampoco recordarlo), ofreció en el pasado parte de su “know how” en esta materia a un estado tan impresentable como la Sudáfrica del “apartheid”, de acuerdo a lo que se publicó en la prensa internacional hace pocos días.

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Friday, May 14, 2010

Vergüenza ajena


Veo en la televisión chilena extractos de la presentación del ¿cantante? Miguel Piñera en el programa de Marcelo Tinelli, “Bailando por un sueño”, que sale al aire en Buenos Aires. ¿Qué decir sobre ese engendro que no suene a lamento patético o perorata de tonto grave? Nada. En rigor, no habría que decir nada, sino dejar que se licuara en la intrascendencia de una tontería más emanada del universo catódico…

Pero la verdad es que la indignación me brota por todos los poros. Y decido que tengo que escribir algo, en un blog al que tengo severamente abandonado desde -¡oh coincidencia fatal!- la derrota de la Concertación, que me sumió en una especie de estado de estupefacción y letargo del cual recién vengo saliendo.

Voy a describir, tratando de no hacer demasiados comentarios, lo que mis ojos vieron en la pantalla. Un cincuentón excesivamente maquillado y vestido con ropajes amplios, de tono oscuro luctuoso, con el propósito, imagino, de ocultar un exceso de peso galopante. El mismo señor, con una suerte de boina que, supongo, tiene como fin ocultar cierta calvicie que desentonaría con las mechas largas y teñidas que emergen por los costados del gorro.

Gruesas cadenas plateadas, al estilo rapero, alrededor del cuello, con el símbolo de la paz de los hippies, y cruces diversas. Lo que da pie a Tinelli para preguntarle al presunto bailarín si es católico, ante lo cual asiente y agrega “soy cristiano”, como si hubiera alguna diferencia radical entre una cosa y la otra.

Entre un bloque y otro, publicidad de por medio, Miguel Piñera canta, si es que acaso se puede denominar de ese modo, su tristísima y desafinada interpretación de la canción “La guitarra”, del grupo argentino “Los Auténticos Decadentes”. “Yo no quiero trabajar, no quiero ir a estudiar… Quiero tocar la guitarra todo el día y que la gente se enamore de mi voz...”.

Luego aparece una bailarina, simpática y buenamoza -aunque estilo “mignoncito”, para que a su lado Piñera se vea, en cierta forma, imponente- que procede a sacudir su bello cuerpo al impulso del ritmo del reaggetón. Mientras el “entertainer” chileno, hace las veces de algo así como un caño de local de streap tease para que la rubia revolee su provocativa humanidad a su alrededor.

La chica mueve el culo con una destreza impresionante como si jugara a provocar al poste vestido de negro que permanece semiestático a su lado, apenas jugando a ensayar una tibia sonrisa para despertar la conmiseración del público y el jurado.

Termina el número, por llamarlo de algún modo. Aplausos, risas, incredulidad… “El Negro”, socio activo del Opus Night, pide a Tinelli una ambulancia, equipada de preferencia con algún pulmón mecánico.

Los jurados siguen el juego de la charada, y en buena onda le proponen que tome pisco, aunque Piñera afirme que sólo está bebiendo agüita mineral. Desde la galería del estudio, su novia, Belén, que es rioplatense, lo mira embobada, rodeada de un par de niños que sostienen sendas banderas argentinas y chilenas.

Uno de los jurados indica que no puede creer lo que he visto. Yo tampoco. Y pienso, para mis adentros, que ojalá en el futuro no estalle ningún diferendo político entre Argentina y Chile. Porque si llegara a aparecer algún problema, claramente no nos van a tomar en serio, considerando el hermanito que se gasta nuestro Presidente.

Ya lo sé. Uno no elige a los hermanos ni a los parientes. Le caen encima como un don del cielo, los quiera uno o no. Pero sería prudente que Sebastián Piñera, que encarna la institución presidencial en estos momentos en Chile, intentara influir sobre su brother para que éste no anduviera dando lástima por los escenarios del mundo.

Digo yo, por una cuestión de prudencia, nada más… Bill Clinton tenía, en sus buenos tiempos como mandatario, un hermano que se paseaba por los estudios televisivos dando entrevistas como personalidad alternativa o “clase Z”. Pero lo hacía con cierta altura, reconozcámoslo, al lado de las payasadas de Miguel Piñera.

Por otro lado, estas ridiculeces ni siquiera están motivadas por la imperiosa necesidad de ganarse la vida, ya que “Tatán” ha admitido que le prometió a su madre hacerse cargo del punto negro de la familia cuando sus padres ya no estuvieron más para respaldarlo.

Así que, Sebastián, por favor, líbranos del escarnio y la vergüenza ajena. Mándalo, por ejemplo, de corresponsal de Chilevisión a Cancún, mientras ese canal todavía esté bajo tu influjo como accionista principal y controlador. O consíguele un “pituto” en “Wild on”, ese programa del cable donde unos señores que parecen ser los pontífices del carrete embriagan a turistas americanas para que exhiban sus tetas ante el respetable público.

Espectáculo, sin duda, más digno y más respetable, que el de tu hermano bailando en televisión…

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