Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Saturday, June 04, 2011

Elecciones peruanas: Redes sociales y mistificaciones


Nota previa para eventuales lectores de este blog:

Después de un largo silencio, publico hoy, un día antes de la segunda vuelta de los comicios presidenciales peruanos, un artículo escrito por un conocido mío, Carlos Monge, cuyos lineamientos comparto de manera plena, sobre estas elecciones y algunas contigencias mediáticas que han rodeado este proceso. Pese a que fue escrito el 25 de abril pasado, hace 40 días, estimo que se encuentra perfectamente vigente.

A.L.



Elecciones peruanas: Redes sociales y mistificaciones

Carlos Monge Arístegui

“Las claves de la exitosa campaña que tiene como favorito a Toledo en Perú”, titulaba un artículo de La Tercera del 13 de marzo pasado, a poco menos de un mes de la primera vuelta de las elecciones en ese país.

"Toledo ha ganado la partida en la web y las redes sociales", sentenciaba el columnista Federico Salazar en el diario limeño La República. “Un estudio de la consultora CI Interactive Media señaló a fines de enero que Toledo y Pedro Pablo Kuczynski son los candidatos con más seguidores en Twitter, mientras que otro análisis indicó que el ex mandatario era el que tenía más menciones positivas en esa red de información. Toledo tiene casi 24 mil seguidores en Twitter y otros 85 mil en Facebook”, añadía la nota.

Resultados oficiales de la primera ronda electoral, entregados por la ONPE el 22 de abril pasado: Ollanta Humala, 31,6; Keiko Fujimori, 23,5; Pedro Pablo Kuzcinsky, 18,5; Alejandro Toledo, 15,6; Luis Castañeda Lossio, 9,8. Los otros cinco candidatos menores, más un renunciado (Manuel Rodríguez Cuadros), se repartieron porcentajes inferiores al 1%.

En el ballotage, previsto para el 5 de junio próximo, competirán sólo los dos primeros. Y Toledo, ex Presidente peruano, de 2001 a 2006, verá los acontecimientos como un simple testigo, ya que ni siquiera podrá jugar el rol de gran elector, dado que en Perú, como en muchos otros países, los votos no son endosables y tienen un alto grado de autonomía y volatilidad.

De poco le valió contratar a un experto peruano, Sergio Bendixen, que trabajó en la campaña de Obama en EEUU, y a un español como Xavier Domínguez, que ha asesorado a Rodríguez Zapatero en España y al PRI en México.

Sobredimensionamiento de los datos

Es que los analistas se apresuraron a sacar conclusiones anticipadas y se olvidaron de un dato básico: Perú es un país con baja exposición a Twitter en particular y a las redes sociales en general, como lo indica un estudio citado por el ingeniero Jorge. L. Linares y publicado en www.marketeando.com. El análisis, que recoge datos de Enter Co., revela que en Perú, a septiembre de 2010, se registraban 45.000 visitantes únicos diarios a Twitter, mientras que en Chile, a la misma fecha, eran 150.000 y en Argentina, 260.000, para no hablar de México o España.

El mismo trabajo aporta otro elemento importante para tener en cuenta. El total de seguidores de Twitter que es follower de algunos de los candidatos en disputa en los recientes comicios no alcanza los 100.000 (98.878, para ser más exactos). Considerando, entonces, que la cantidad total de electores en el Perú es de alrededor de 20 millones de personas, es posible concluir, dice Linares, que la penetración de la red social Twitter en el Perú no llega a un dígito (0,52%).

La segunda lección que se desprende del análisis de este especialista es que la arena verdaderamente relevante para los candidatos, si de redes sociales hablamos, pareciera ser Facebook que cuenta con 3.734.320 usuarios en el Perú, donde hay un sistema electoral con inscripción automática y voto obligatorio. Y con todo, es un campo relativamente secundario, aunque no marginal, pues abarca sólo al 18,5% del universo de potenciales votantes.

La conclusión es clara: si se tiene en cuenta que apenas el 28% de los peruanos tienen acceso a Internet (con una alta concentración de usuarios en Lima), y que menos del 50% de los integrantes de los niveles socioeconómicos D y E usan la web al menos una vez al mes, es claro que no debe sorprendernos que Ollanta Humala, uno de los candidatos con menor exposición en las redes sociales, se haya impuesto en la primera vuelta.

De hecho, Humala fue penúltimo en Twitter y último en Facebook, según los estudios comparativos citados por Linares en su texto y mencionados también en los PPT del módulo sobre Redes Sociales y Comunicación de J. Forch- A. Rodríguez Vial (Magíster en Comunicación y Ciencia Política, Universidad Mayor, Santiago, Chile). En los relevamientos de notoriedad general, Humala aparece, por ejemplo, en la última posición, con un 0,7, mientras PPK lidera la tabla con un 3.

Ollanta, asimismo, es colista absoluto en materia de búsquedas en Google (al menos en el período analizado por Forch-Rodríguez); penúltimo en You Tube, donde sólo supera a Castañeda Lossio; y apenas levanta cabeza en Twitter, donde es el segundo en número de menciones (que pueden ser, como sabemos, positivas o negativas), después de Keiko Fujimori.

Las redes sociales, como campo de manipulación de las percepciones

No es preciso ser muy malicioso para deducir, de lo anteriormente expuesto, que –en este caso, al menos- las redes sociales fueron empleadas en forma flagrante más como un elemento de construcción de atmósferas y escenarios políticos que como arma de persuasión y aglutinamiento de voluntades en torno a tal o cual causa.

Sin plantearlo de ese modo, Linares corrobora esta hipótesis cuando indica, en sus conclusiones, que “hubo desconocimiento del uso de las redes sociales como herramienta de gestión de campañas políticas en el Perú por parte de los políticos y sus jefes de campaña”.

Y luego aporta un elemento clave cuando señala que el repunte ostensible de PPK en las encuestas no fue obra directa de las redes sociales sino de la noticia de su liderazgo en ese ámbito. Es decir, es el tratamiento mediático que se le otorga a su figura, a partir de aquel agarrón en los testículos de una simpatizante que de alguna forma lo posiciona como actor visible y relevante de la contienda, lo que contribuye a su subida en los últimos 100 metros de la disputa.

¿Por qué Pedro Pablo Kuzcinsky mereció esa exagerada atención de los medios, y de alguna forma se lo quiso convertir en el abanderado de los jóvenes que hasta entonces miraban con escepticismo a la política? La respuesta a este interrogante está más en la política misma, que en un mero análisis comunicacional de los comicios.

Lo cierto es que nadie puede ignorar, como se ha repetido hasta el cansancio, que los sectores “moderados” –es decir, más ligados al establishment y al modelo económico vigente actualmente en el Perú- no consiguieron consensuar un candidato único que enfrentara las amenazas de los dos “populismos”, en la versión utilitaria del término, como lo emplea, por ejemplo, Vargas Llosa (el de izquierda, de Humala, y el de derecha, de Fujimori).

Y esta dispersión concluyó en la derrota de tres candidaturas –PPK, Toledo y Castañeda Lossio-, que si se las considera como un todo (lo cual, por cierto, es bastante discutible) suman, en primera vuelta, un 44% de las preferencias (porcentaje que se eleva a un 56,7 %, en Lima, donde se encuentra concentrado un tercio del electorado).

Algunas conclusiones provisionales

A partir de lo ya expuesto, es posible sacar algunas conclusiones de cara a la nueva elección, que se producirá a comienzos de junio:

-Las redes sociales llegaron para quedarse. A mediano y largo plazo, es inevitable su propagación y los políticos están obligados a darle un buen uso. Es decir, no sólo emplearlas como herramientas de erosión de la reputación de los contrincantes, sino como elemento de articulación propositiva. Todos los analistas coinciden en que pasaron a segunda ronda los que hicieron mejores campañas, con propuestas concretas, y menos “guerra sucia” y agitación de los fantasmas del miedo.

-Nadie tiene clavada en su favor la rueda de la fortuna: Toledo se durmió en los laureles de las expectativas positivas, y eso le jugó en contra. PPK, que el 20/3/11, marcaba 14 puntos en un sondeo de Ipsos, subió a 17,5, en una encuesta Datum, del 2/4/11. Sus votos los cosechó en la cantera de Toledo y la de Castañeda, otro que experimentó un brusco bajón. La gran sorpresa fue que quienes pasaron a la contienda final fueron los candidatos con mayor índice de rechazo.

-Las especulaciones de la prensa peruana (que, al igual que todos los medios de comunicación, no es una observadora neutral) chocaron contra la realidad de los votos. Si bien las encuestas fueron relativamente certeras en sus pronósticos, se magnificaron procesos de modificación de la intención de voto que se dieron en los grandes centros urbanos, olvidando que Perú es una nación multifacética, con tres regiones geográficas claramente diferenciadas: la sierra, la costa y la selva, con realidades sociológicas muy distintas.

-La irrupción de las nuevas tecnologías, como plataformas de acción en las campañas políticas, no elimina de golpe y porrazo los otros elementos que forman parte ineludible de la instalación de una candidatura (estudios de opinión pública, focus group, publicidad, estrategias focalizadas para atender mercados segmentados, etc.). Si a eso se le suma un uso imperfecto de las mismas (candidatos que hablan pero no conversan, uso táctico de la herramienta sin un compromiso integral de reputación, por citar sólo dos casos), es muy probable que a la larga no rinda mayores frutos.

-El marketing político tampoco reemplaza la capacidad de hacer una correcta y ajustada lectura de la realidad. El triunfo parcial de Ollanta y Keiko, siendo ambos muy diferentes, en términos ideológicos, expresa un voto de protesta evidente frente a un modelo económico, exitoso en términos macros, pero que no se ha traducido en mayor bienestar para los sectores más postergados. La mayoría de sus votantes pertenecen a los grupos D y E, lo que explica la estrategia de moderación adoptada por los dos contendores, que aspira a ganar adhesiones en la clase media y en los sectores urbanos, tras imponerse con fuerza en lo que se podría llamar “el Perú profundo”.

-En el análisis específico del uso de las redes sociales, se aprecia que la mayoría de los candidatos las usaron para dar cobertura a sus actividades y no para hacer llamados a la movilización o invitar a otras acciones concretas, como la donación de aportes, al estilo de lo hecho por Barack Obama en EEUU. En los estudios de contenido, destaca el hecho de que Humala pusiera, por ejemplo, el énfasis en Facebook –tal como lo hizo en el debate televisivo- en sus propuestas programáticas, evitando confrontaciones bilaterales con los demás candidatos. Humala dedicó un 53% del espacio a las propuestas, contra un 22% de Keiko.

-La elección del 5 de junio próximo tiene pronóstico reservado. Los analistas coinciden en que será una pugna muy ajustada, pero otorgan la primera opción a Humala, que ya alcanzó un piso de un 47%, en su choque anterior de 2006 con Alan García. Su punto débil es una acusación por violacionesw de derechos humanos, mientras era oficial del Ejército, en la lucha contra Sendero Luminoso. El talón de Aquiles de Keiko es similar: los atropellos contra los DDHH cometidos durante la dictadura que encabezó su padre. Pero en el caso de Fujimori, también pesan, aunque sea por herencia, las acusaciones de corrupción, de las que Ollanta, por el momento, parece libre.

-Con un débil sistema de partidos (el APRA, que era una de sus últimos baluartes, se fue a pique, y apenas obtuvo cuatro parlamentarios en la última elección), todo indicaría que el que logre la ventaja definitiva será quien genere menos incertidumbre y recelo entre los peruanos. Diversos estudios de opinión indican que el elector peruano se autodefine más bien como de centroderecha, cuando se le pide ubicarse en el espectro ideológico. Pero no tiene temores, por otra parte, a dar giros inesperados y resueltos, como cuando se eligió a un semidesconocido Alberto Fujimori, desplazando a un segundo puesto a Mario Vargas Llosa.

-Todo depende, en definitiva, del marco o clivaje eje sobre el cual se decidirá la disputa. Si la dicotomía se establece entre lo peruano y lo antiperuano, Humala, con su discurso de reminiscencias velasquistas, tiene todas las de ganar tanto por su apariencia física como por la de quienes aparecen situados en la vereda de enfrente. Si, en cambio, es el modelo económico exitoso y la estabilidad que se vive en este terreno, el que termine por dar el encuadre del debate, la ventaja corre por cuenta de Fujimori, por quien ya se han decantado buena parte de los que votaron por PPK y Toledo. Con la notable excepción de Vargas Llosa, quien entre el cáncer y el SIDA, ya eligió a Ollanta Humala.

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