Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Sunday, November 22, 2009

Chile y Perú: Hermanos en armas


Las relaciones entre Chile y Perú han entrado en una nueva fase de tensión tras el aparente desenmascaramiento, en Lima, de un suboficial de la Fuerza Aérea Peruana, de nombre Víctor Ariza, que, según denuncia el gobierno de Alan García, espiaba para una red de inteligencia monitoreada desde Santiago.

El tema sería apenas una anécdota o una nota al pie de la historia de los vínculos entre ambos países, sino fuera porque el gobierno limeño decidió escalar el asunto, llevándolo a los titulares de los diarios, a la futura cumbre de Unasur y adonde les sea posible, mediante una sostenida campaña comunicacional, que incluye entrevistas al por mayor de su canciller, José Antonio García Belaúnde, y su ministro de Defensa, Rafael Rey.

Al mismo tiempo, Lima promueve una campaña antiarmamentista en el continente, con envío de ministros a distintas capitales con el fin de difundir su idea de un “pacto de no agresión” entre los países latinoamericanos, que tendría como meta redestinar los recursos que hoy se gastan en armas a combatir la pobreza y la desigualdad.

Loable objetivo, sin duda, sino fuera porque al mismo tiempo critica el armamentismo de Chile con el cual está litigando en la Corte de La Haya, por el tema de la demarcación marítima. De modo que su cruzada pacifista no es desinteresada ni meramente altruista. Tiene nombre y apellido, y su objetivo es neutralizar una amenaza bien concreta, agitada por sectores nacionalistas del Rímac, que sospechan que Chile puede desconocer un eventual fallo en su contra y recurrir a las armas para defender su postura a ultranza.

Cabe, por cierto, hacerse algunas preguntas. ¿Fue correcto de parte de Santiago, como primera reacción ante el incidente, postular que “Chile no espía”, pretendiendo de ese modo dar por cerrado el tema? Mucho me temo que no, pues la verdad es que en el mundo de las relaciones internacionales es un dato aceptado que el espionaje o la inteligencia forman parte del juego. Y que un país que se privara de esa opción, probablemente hasta podría ser acusado de irresponsable por negarse a tener antenas que le permitan conocer lo que pasa en su vecindad y en los alrededores.

El espionaje, pese a su mala prensa, o a la idealización barata que se hace de él en las películas tipo James Bond, contribuye a crear un sistema de chequeo y vigilancia mutua entre los países, que, en definitiva, termina por asegurar cierto equilibrio, en la medida en que saca a luz intenciones amenazantes. La entrega de secretos sobre la bomba atómica de EE.UU. por agentes como Klaus Fuchs a la extinta Unión Soviética, contribuyo, por paradójico que parezca, a un equilibrio de fuerzas que garantizó durante mucho tiempo la paz mundial. Y del mismo modo, pueden citarse otros ejemplos.

Lo malo no es espiar, sino que te pillen...

Lo malo no es espiar, algo que hacen todos los países, como lo reconoció un ministro boliviano, quien puso un poco de sensatez en medio de esta absurda comedia de equivocaciones. Lo malo es que te pillen, y que una vez que eso ocurrió, las cosas no terminen –como ordenan los códigos del ramo- en advertencias “sotto voce”, sino en denuncias públicas o incluso en pedidos de explicaciones. Lo que no figura en ninguno de los manuales de la inteligencia o el “recontraespionaje”, como decía el Super Agente 86.

Otra duda que se ha ido aclarando con el paso del tiempo es la siguiente: ¿Pretendía el gobierno de Alan García ensuciar la reciente cumbre de la APEC en Singapur con su denuncia bombástica? Todo indica que no. Que el mismo García fue sorprendido por la filtración de la noticia de la detención del suboficial Ariza, ya que, como bien apuntó García Belaunde, esta denuncia favoreció la fuga al exterior de otros peruanos implicados en el caso. Y al mismo tiempo la posibilidad de tender alguna trampa a los presuntos “controladores” chilenos de Ariza, poniéndolos en evidencia con más fuerza.

Y aquí es donde cabe recordar que la Presidencia de Perú estaba temporalmente a cargo del almirante Luis Giampetri, un almirante en retiro de pasado fujimorista –quien ejerce el puesto de vicepresidente y, por lo tanto, asume el bastón del mando en ausencia de García-, en el momento en que alguien, en las altas esferas peruanas, decide “reventar” el tema del espionaje y poner al mismo tiempo a Michelle Bachelet y a Alan García en serios problemas.

Las lecciones que surgen de todo esto son muy claras: hay “internas” políticas que se ponen en juego enmascaradas bajo el disfraz de la política exterior de los países involucrados. Lo que en el caso peruano parece ser más evidente que en el caso chileno. Considerando que Chile está a las puertas de una elección presidencial decisiva, pareciera que hay ciertos sectores en Perú que quieren ejercer el “derecho a voto” en los comicios chilenos, tratando de forzar una histérica reacción nacionalista.

Para ello, no han ahorrado municiones. Tratando a la Presidenta Bachelet de “conchuda” en el titular de un diario sensacionalista, y dando luego vagas y confusas explicaciones semánticas. Y ahora agitando la bandera de un país espiado por el “vecino envidioso” (palabras del Presidente Alan García, cuyo programa político consiste básicamente en emular a Chile, para desde allí, si le es posible, superarlo).

Lo peligroso es que la escalada altisonante y ofensiva parece no tener fin. Leo en el diario brasileño “Folha de Sao Paulo” una entrevista a analistas peruanos que explican la tensión debido al alto grado de penetración chilena en la economía peruana. Curiosa teoría, sin duda. El titular del recuadro es éste: “Invasión económica chilena es combustible para tensión bilateral”. Y en la nota principal, García Belaúnde recuerda que Chile es el “quinto o sexto país inversor extranjero en el Perú”.

Ante tamaño absurdo, Chile debiera recordar al Perú que no ha procedido de la misma forma cuando ha detectado acciones del espionaje limeño (en el último caso descubierto, hace poco tiempo atrás, se puso al frustrado espía en la frontera, junto con un “ténganse presente”, pero no se hizo mayor cuestión del asunto).

Se debiera tal vez recordar también los métodos con que se arrancó la confesión a presuntos espías peruanos que actuaban bajo las órdenes de Chile (en You Tube está colgado el interesante testimonio de la hija del supuesto espía Julio Vargas Garayar, también suboficial de la FAP, ejecutado en 1979), a ver si ellos se compadecen con algún tipo de accionar jurídico más o menos civilizado.

En fin, para qué seguir… Y si lo que molestan son las inversiones, faltaba más, es sólo cosa de advertirlo, para que los capitales que, en general, no tienen patria, tomen otros rumbos más saludables que los del Rímac.

Después de todo, alguien en Chile podría pensar que si un país que hoy es débil, comparativamente hablando, con un ingreso per cápita de 8 mil dólares contra 15 mil de Chile, se permite hablar con la insolencia y la agresividad con la que se ha hablado en Lima contra su vecino país del sur, qué cosa habría que esperar de un país hipotéticamente más fuerte en el futuro que se hubiera beneficiado de la ingenua inversión de los chilenos.

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