Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Sunday, October 11, 2009

"Por algo será, algo habrán hecho..."


"Por algo será...", "Algo habrán hecho..." Esos eran los justificativos que se esgrimían en el Cono Sur de América cuando nuestros países eran campo de batalla de la Tercera Guerra Mundial. Y los centuriones se sentían obligados a dar explicaciones por sus acciones más reprobables -desaparición de personas, torturas o, en el mejor de los casos, condenas sin juicio previo.

La demonización del enemigo y, si era posible, su deshumanización completa, tildándolo, por ejemplo, de "humanoide", era el paso previo a su liquidación física, puesto que, como se sabe, había que extirpar un cáncer maligno que corrompía al cuerpo social y "no se pueden hacer tortillas sin romper huevos", para seguir en la línea de intentar justificar lo injustificable.

Este tipo de reflexiones vinieron a mi cabeza en cuanto supe del amargo desliz del diputado Alberto Cardemil, quien al ser consultado, a propósito del reciente fallecimiento de la cantante argentina Mercedes Sosa, por qué prohibió en su momento, en su carácter de ex subsecretario del Interior de la dictadura de Augusto Pinochet, la entrada a Chile de la artista tucumana, dijo que la razón principal fue su condición de militante de "extrema izquierda".

Lo dijo, me imagino, sin siquiera sonrojarse, con esa candidez fundamentalista de cierto tipo de derechista chileno, al que no le importa en lo más mínimo navegar contra la corriente y el buen sentido.

Dijo don Alberto, a quien le gusta que lo vinculen con la cultura huasa, dado que se considera un buen defensor de nuestras tradiciones: "Todos sabemos que doña Mercedes, que en paz descanse, era una activista política ligada a la extrema izquierda. Igual que otros artistas de la época, que todos conocíamos en qué empezaban y nadie sabía en qué terminaban", declaró al diario digital Cambio 21, que lo llamó para recordarle su no muy lejano pasado de censor.

Cardemil (hoy independiente, aunque en algún minuto militó en Renovación Nacional, el partido de Sebastián Piñera) dijo que el decreto se firmó en un época en que lo que regía “más bien era un sistema autoritario (¡vaya, por fin aparece alguno de los altos dignatarios del pinochetismo que reconoce que existía autoritarismo...!), con normas especiales de derecho respecto al orden público y actividades. Tampoco había partidos políticos, de tal manera que era una situación excepcional”.

Aunque dijo desconocer la razón del decreto en cuestión, aplicado en 1988, en vísperas del plebiscito donde se impuso el "No" a la perpetuación de la dictadura de Pinochet, manifestó su confianza en que éste se justificaba plenamente en esas condiciones: "Si en ese momento se dictó esa orden, por algo será. Precisamente medidas de excepción como esa hicieron que un país, que había quedado destruido y deshecho por la Unidad Popular, recuperara la democracia en que ahora estamos".

Bueno, ¿no les decía yo?, los que destruyeron la democracia en Chile y sirvieron a un régimen dictatorial durante casi 16 años eran, en realidad, demócratas infiltrados que trabajaron duramente dentro de las "entrañas del monstruo" -vale decir, en el corazón de la dictadura- para devolvernos el estado de derecho del que hoy disfrutamos.

Hay que ser muy "car'epalo", en realidad, para sostener argumentos como éste. Pero el honorable diputado, qué duda cabe, tiene un máster en estas materias. Sin ir más lejos, baste recordar que fue él quien, como vocero de gobierno, mantuvo en vilo al país la noche del 5 de octubre de 1988, cuando, por instrucciones del dictador, no se entregaban más cifras del resultado del plebiscito que le había sido adverso.

Hasta que en un momento dado, por presiones superiores, algunas de las cuales vinieron del seno de las propias Fuerzas Armadas (el caso ya conocido del general Fernando Matthei, comandante en jefe de la Fuerza Aérea) y otras desde más al norte, Pinochet se vio obligado a echar pie atrás en sus planes de mantenerse en el poder a toda costa, y dio instrucciones a Cardemil para reconocer públicamente la derrota.

Entonces fue cuando nuestro ilustre legislador, nuestro Catón criollo -aquel que nos protegía de influencias perniciosas- dio a su vez la orden a los canales de televisión para que dejaran de transmitir las aventuras de Popeye, el Correcaminos y otros dibujitos animados. Y compareció, cariacontecido y amargado, a eso de las 2 de la madrugada, ante las cámaras para señalar que, en el cómputo final de los votos, el "Sí" obtenía un 43% de las preferencias, frente al 55,7% del "No".

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