Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Friday, February 06, 2009

El castillo del corregidor



Brasil, ya se sabe, es Belindia. Así lo bautizó hace 30 años, en un ingenioso juego de palabras, Edgar Bacha, quien sostenía que un país con las contradicciones y desigualdades sociales de este gigante sudamericano, era una mezcla, no siempre armónica, de Bélgica y de India.

Cualquiera que haya visitado la parte más chic de São Paulo y una favela carioca, puede dar fe de ello. Ninguna novedad. Pero semejante asimetría no deja de asombrar cuando de repente en los diarios se cuelan noticias que dan cuenta de cómo algunos políticos se las arreglan para vivir en la parte más privilegiada mientras dependen del generoso erario público. Y de las prebendas asociadas a sus cargos.

El último caso que ha llamado a escándalo es el de un diputado, Edmar Moreira, del DEM (Partido Demócrata), de Minas Gerais, que se construyó una nada humilde morada, con forma de castillo, que está valuada en 25 millones de reales. Lo curioso es que su patrimonio declarado en 2006 era sólo de 9 millones de reales.

El castillo, construido en estilo medieval clásico, tiene 36 suites con hidromasaje, torres, una de ellas de ocho pisos, y está rodeada por 192 hectáreas de parques. Denunciado recientemente el hecho, el diputado Moreira, quien acaba de ser nombrado segundo vicepresidente de la Cámara, dijo que no puede declarar lo que no es de él, ya que donó en 1993 el singular conjunto arquitectónico a dos de sus hijos, que hoy lo tienen a la venta sin mayor éxito.

En su nuevo puesto, Moreira también ocupa la función de corregidor de la Cámara, una posición a la que le corresponde analizar las eventuales denuncias contra diputados y encaminarlas a la mesa de dicha corporación, que puede o no derivar el caso al Consejo de Ética. Consejo del que Moreira ya fue miembro, y donde ejerció como estricto guardián de la moral y el decoro parlamentario.

Su partido, que es heredero del PFL, sostén civil de la última dictadura militar brasileña, ya le pidió la renuncia, porque estima que el castillo es bastante impresentable. Pero Moreira no se da por aludido. Y en una rueda de prensa salió a defender su sueño privado de trasladar la Tierra de la Fantasía de Disneyworld a su propia casa.

Refiriéndose al castillo, dijo que lo construyó para que, después, fuese vendido y transformado en un hotel. “El interior está inacabado –alegó-. No tiene un mueble, ni una sola silla. Ustedes lo están confundiendo con el Museo de Louvre”, sostuvo este ilustre ciudadano que, según sus amigos, fue siempre un poquito extravagante.

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