Artemio Lupín

Un blog literario, cultural y satírico que pretende practicar la crítica social y de costumbres.

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Tuesday, December 26, 2006

Los libros del año


Leo en El medio blog, de Angélica Bulnes, los títulos que 34 ilustres del mundo de los mass media criollo consideraron como aquellos que “podrían interesarle a la gente a la que le gustan los medios y el periodismo”. Como toda elección, ésta es, sin duda, arbitraria y atrabiliaria. ¡Era que no! Pero de cualquier forma no dejaron de llamarme la atención algunos ‘’tics’’ de nuestra elite intelectual y comunicacional que se transmiten por ósmosis en la famosa listita. Y como nadie me invitó a dar mi opinión, igual decidí meter mi cuchara en forma inconsulta, pese a que, reitero, nadie me ha dado velas en este entierro.

Pero antes de la nómina a lo Nick Hornsby, algo sobre los tics de los notables. De los 34 encuestados vía mail por Angélica (no la conozco, pero me cae bien), doce –es decir, casi un tercio de ellos- se sienten en la obligación de citar títulos en inglés para demostrarnos lo políglotas y viajados que son.

Es más: un despistado al que se le perdona el nombre menciona películas en vez de libros, pero lo hace en inglés, of course... Y el ecléctico Fernando Paulsen recomienda “Un matemático lee el periódico”, de John Allen Paulos (Tusquets), pero recuerda que también está disponible una versión del mismo en la lengua de Shakespeare, porque la traducción no es muy feliz.

¿Será por eso que los chilenos tenemos fama de pro-yankis en Latinoamérica? ¿Vocación de cipayos o simple deseo de presumir? Busco la definición de siútico en el diccionario y encuentro dos. La primera es de la RAE: "1. adj. coloq. Bol. y Chile. Dicho de una persona: Que presume de fina y elegante, o que procura imitar en sus costumbres o modales a las clases más elevadas de la sociedad". La segunda sostiene que “la palabra ‘siútico’ en Chile se refiere a una persona que presume ser muy elegante, o sea un ‘snob’. Esta palabra viene del inglés ‘suit’, que quiere decir traje...”

La lista es larga y sesuda, pero yo me quedo con dos proposiciones, que por otra parte no tienen nada que ver con el periodismo. O por lo menos no con el periodismo de los manuales españoles, que sirven para sacar adelante el “pituto” de dar clases en alguna universidad, aunque dudo de su utilidad real a la hora del reporteo o la experiencia directa en una redacción. Me refiero a “Ilusiones perdidas”, de Honorato de Balzac (la sugerencia de Pedro Gandolfo, el editor de Artes y Letras) , Y “Troya y Homero, hacia la resolución del enigma”, de Joachim Latacz (Ediciones Destino), la recomendación de Beltrán Mena, simplemente porque rayo con la antigüedad clásica, como ya se habrán dado cuenta si me han leído más de una alguna vez.

A los demás, en su inmensa mayoría, les digo “no, gracias”, porque a alguien que se desayuna y se acuesta con el periodismo en su cabeza, como un sueño recurrente, lo que menos se le ocurre es más de lo mismo cuando hablamos de literatura gratificante. Sospecho (no lo he estudiado estadísticamente) que a los que más les interesan esos temas es a aquellos que nunca han reporteado y que entraron al periodismo por la ventana o por un puesto jerárquico heredado desde la cuna. Como es el caso de Felipe Edwards, subdirector de La Segunda, que propone “Los elementos del periodismo”, de Bill Kovach y Tom Rosenstiel (Ediciones El País).

Lo divertido, en todo caso, es la justificación: “Conozco a pocas personas en nuestra profesión en todo el mundo que estén a la altura de Bill Kovach por su experiencia, honestidad, transparencia, profundos valores éticos (la negrita es mía). Los autores se concentran en el ejercicio del periodismo en Estados Unidos, pero sus reflexiones son válidas y adaptables para cualquier país en donde se valorice la libertad de expresión”. Es decir, “el diablo vendiendo cruces”, como diría mi abuela, para cualquiera que conozca algo sobre la historia reciente de El Mercurio en nuestro país y lo que dice al respecto, por ejemplo, el Informe Church.

Otras ''joyitas'': un libro sobre management (¿?) (Lorena Medel, revista Capital); una guía para comprar revistas de papel couché (Camila Berger, directora de arte de Paula); y un texto sobre la saga artúrica (Cecilia Rodríguez, académica de la UAH), el toque naif y tiernucho propio de la Navidad.

Lo de Carlos Peña, por otro lado, no está mal (biografía del Che Guevara, de Jon Lee Anderson) y tampoco lo de Miguel Paz ("Galimberti: De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA", cuyos autores son Marcelo Larraquy y Roberto Caballero), salvo en la “caída” de comparar a los montos con el MAPU.

Y sin más que decir paso, entonces, a lo mío. Mi propia lista de opciones para posibles regalos atrasados o armar bibliografía para el verano. Si es que existe la posibilidad de tomarse algunos días lejos del mundanal ruido y de las sandeces del revival pinochetista o el último escándalo de corrupción, promovido por Jorge Schaulsohn con el gentil auspicio de La Tercera.

1) Metamorfosis, Ovidio. Publio Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.) recrea los mitos fundacionales de la imaginería greco-latina. Bellamente escrito, no por nada se ha mantenido más de veinte siglos más lozano que nunca y ha sido fuente de inspiración inagotable para pintores, escultores y artistas de variada musa.

2) Historia de los griegos, Indro Montanelli. Un paseíto o sobrevuelo por el mundo de la Hélade. Desde su vida cotidiana hasta la filosofía de Epicuro, un señor que, pese a las deformaciones posteriores que ha sufrido su doctrina, sólo se alimentaba de pan y queso, y no tenía nada que ver con la gula, la glotonería o el sibaritismo. Imperdible la teoría de Montanelli sobre la decadencia de los griegos. A los helénicos, dice este polígrafo italiano, los habría “matado” la globalización; es decir, cuando la polis les quedó chica y se expandieron demasiado por el mundo.

3) Cuentos imprescindibles, Anton Chejov. Editado por Lumen, con prólogo de Richard Ford. Ideal para encargarlo a alguien que viaje a España o Argentina, porque acá debe salir, presumo, algo carón.

4) 2666, Roberto Bolaño. Una sola prevención: No lo compren en Mendoza, a riesgo de ser estafados. Yo me ensarté como un gil. Para ahorrarme unos cuantos pesos, adquirí esta meganovela en la vecina ciudad de allende los Andes. Craso error: me leí todo el libro, las mil y tantas páginas, porque siempre es un placer leer a Bolaño, y al final descubrí que le faltaba un folio decisivo –diez o doce páginas justo antes del desenlace-, lo que fue bastante frustrante, por decir lo menos. Parece que Anagrama argentina imprimió una versión fallida y en vez de destruirla, como hubiese correspondido, decidieron venderla en la frontera a quienes están de paso en la ciudad y no pueden volver a reclamar. Una clásica avivada porteña que tiene a los ''chilenitos'' como víctimas predilectas.

5) Cantos, Catulo. Los “Catulli Carmini”, una gema que también pasó la prueba de los dos mil años y sigue ahí, moderna y vanguardista. Cayo Valerio Catulo era un joven patricio, del siglo I a.C., que vivió sólo 33 años y formó parte de la escuela de los llamados neotéricos o “poetas nuevos”. Corriente que se inspiraba en la poesía griega alejandrina de Calímaco y otorgaba gran valor a la concisión y el epigrama. Catulo despreciaba al poder y escribió ácidos poemas atacando a Julio César, que era amigo de su padre, y a su círculo de corruptos lugartenientes. U ''operadores'', como les dicen ahora.

Catulo celebró también la sexualidad desenfadada y abierta en sus textos dedicados a su amada Lesbia, nombre que ocultaba el de una dama bella y licenciosa, y además casada, que lo castigó con múltiples engaños. Un buen ejemplo de su poesía beatnik es el siguiente: “La mujer mía dice que prefiere no entregarse a nadie más que a mí, ni aunque el propio Júpiter se lo pida. Lo dice: pero lo que una mujer dice a su amante ansioso, debe escribirse en el viento y en una corriente de agua". Y privarse de ella sería, en palabras de Jorge Luis Borges, un curioso ascetismo. Sobre todo considerando que una muy buena edición bilingüe de esta obra se puede encontrar, gratis, en esta dirección de internet: http://www.babab.com/biblioteca/books/rosario_gonzalez.pdf. De modo que no hay excusas, hay que puro leerlo y disfrutarlo.

1 Comments:

Blogger S. M. L. said...

Artículo para ser publicado. Lo leí de principio a fin, con mucho interés. Creo que le hacen falta lectores a este blog.

5:21 AM  

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